miércoles, 28 de julio de 2010

Seguimos avanzando Perú, aunque con los mismos zapatos

En estas fiestas patrias, los peruanos nos sentimos bien patriotas o ¿no?

Saquemos al Perú que llevamos dentro
¡Feliz fiestas patrias! Grita la gente por todos lados, pero no con el mismo entusiasmo de antes, claro si antes lo hubo. Comenzó el feriado largo, donde la gente se olvida de todo: de las presiones del trabajo, de las tareas y examenes académicos como universitarios, y sobre todo de la alarma del despertador. Las personas- los peruanos- nos olivdamos de todo, tanto así que también nos olvidamos que se celebra el día de nuestra independencia. No lo vemos como un día donde debemos recordar nuestra historia, sino como un día donde tenemos que ir a pasear, acampar, y sobre todo a tomar, entre otras cosas. Quizás deberíamos tener un poco de ese sentimiento que tienen nuestros compatriotas que viven en el extranjero.

Antes, de niño, veía como las calles formaban un camina abanderado, parecía que te estaba recibiendo las escoltas del ejército (no sé si me dejo entender). Pasabas y en cada casa se veía una bandera distinta: algunas grandes otras chicas. Llegabas del colegio con la escarapela en el pecho, aunque algunos orgullosos las portaban, otros se la sacaban como si fuera algo que les pesara o que no se les veía bien. Algo que debería cambiar, y creo que es ante todo, cuando de niño existen las burlas y reproches, de sus compañeros, de lo que uno lleva, esto marca la visión del muchacho, sintiendo él que es un acto para que lo tilden de estúpido. Sonaba el himno: la mano al pecho y en posición de firmes, era lo primero que se te venía a la mente. Todo esto lo haciamos no porque quisiéramos, sino porque estábamos obligados a hacerlo.

Cuantos sentimientos hemos perdido de niños, quizás porque nuestros padres olvidaron enseñarnos o simplemente porque nosotros no lo quisimos retener, o por otros motivos. De todos modos tenemos, y dejando el pasado atrás, que comenzar a querer a nuestra patria y enseñarles a nuestros hijos a hacerlo, haciendo respetar tanto nuesta naturaleza y como comportarnos dentro de nuestra sociedad (valores, responsabilidades, respeto,...).

Y por último quiero decir dos cosas: que me incluyo en lo antes mencionado y ...

¡ARRIBA PERÚ CARAJO!

domingo, 25 de julio de 2010

El trabajo forzoso

Y arrancaaaaaann!!!!... Comienza un fin de semana largo, para unos pero para otros no. Es que en toda empresa existen los dueños, los magnates, los que se creen emperadores. Esa clase de gente programa, en estos feriados, trabajo, si así como lo lee ¡TRABAJO! Le importa lo más minimo que estos obreros, que son los que mueven las organizaciones, tengan que sacrificar su descanzo, que más que eso es el tiempo que ellos dedican a la familia, para ir a trabajar, dejando todos sus planes de lado.

"La plata manda", dicen algunos, "no puedo hacer nada", dicen otros, quejandose de la mala suerte laboral que le toca vivir.

Otros, los llamados "perros" (se le dice a la persona que hace todo lo que le dice el jefe sin importar cuanto le afecte, solo para que el jefe se sienta bien), son los que se sienten contentos por este compromiso (de trabajar los feriados). Ellos obedecen tal sacrificio porque para ellos es un placer. Estos tipos son los que "transforman" los pensamientos de los empleadores, pues hacen que ellos pienses que estan haciendo un gran logro laboral, cuando en realidad se atenta contra el abuso de autoridad: uno no puede decir que no, es un delito, juegas con tu contrato y la permanencia en la empresa. Lo único que queda es obedecer y ver como tus planes se van como el aire que utilizas para pronunciar ese "SI...CLARO...NO HAY PROBLEMA!

Ahora, no quiero englobar las situacion, pero siempre tiene que haber un acuerdo entre dos parte, pues en este post comento una situacion tipo: "GANAR - PERDER". Porqué el empleador deja el trabajo y vive sus feriados tranquilamente otorgandole el pesado cargo de responsabilidad al obrero (el cumplimiento y el deber en que deben dejar listo el trabajo).




miércoles, 21 de julio de 2010

Que bonita bandera

El día domingo nuestros amigos del diario Perú.21, nos regalaron unas hermosas fotos de la muy popular Larissa Riquelme. Muy aparte de lo que les voy a comentar, tengo que decir que a esta chica no le veo algo fuera de lo común (se calatea mostrando el cuerpo como Dios la trajo al mundo, al igual que todas). Creo que se “agarro” de la fama que algunos periódicos le hicieron y al final termino siendo un personaje muy popular. Apostaría que si se lanza como congresista alcanzaría un curul. Pero, bueno, es otro tema.

Dejando todo eso de lado, yo quiero hacer hincapié en lo que me origina mucha duda. En el periódico,- como comentaba líneas arriba- muestra a la muchacha recostada o echada sobre su bandera. No sé si las fotos fueron tomadas acá o en Paraguay. Sé nota que no se tuvo respeto por el símbolo patrio. Pero lo que realmente me intrigo fue que nadie dijera absolutamente nada.

Cuando Leysi Suárez, si no me equivoco, se tomo tiempo atrás unas foto parecidas, armaron un gran escándalo. Salio medio mundo a rechazar tal acto. El tema se comento por una semana, quizás más. Creo que el problema llego hasta los tribunales. En cambio ahora, la tal foto- de Larissa-, solo queda para el deleite masculino.

En conclusión, quizás las autoridades del país vecino, Paraguay, no le tome tanta importancia a esta clase de espectáculos o es que en nuestro país siempre inventan cada tontería para que pueda servir de vitrina a las irregularidades que hacen nuestros políticos.

Ahora me van a decir que esta echada en una seda con los colores casi parecidos a su bandera y que leysi si se noto más por el escudo patrio… ¡YA PUES, piensa!...



jueves, 8 de julio de 2010

La publicidad racista




Tengo que ser franco. No me gusta la publicidad de nuestros medios. Creo que es algo que no va con lo que vivimos. Nos representa una maqueta perfecta, resaltando el tono claro de la piel y los ojos de color azul, verde, celeste. Donde la ama de casa es tan joven que pareciera ser hija y no señora, (a menos que el dueño de la casa sea un empresario tramposo). No es esa la sociedad en que vivimos. Eso no pasa en casa. Es lógico que la publicidad tenga que pintarte un poco la realidad, pero sin exagerar. Acaso todos somos blancos, casi gringos. Acaso todos tenemos una madre que se conserve tan bien, pareciera ser la trampa a una señora, claro hay señoras que se conservan, como la mía, pero las que salen no creo que pasen de los 30 años. Ahora, si con eso nos quieren decir que hay muchas madres jóvenes, al menos podrían cambiar por una que las identifique, no necesariamente que viva en sitios lujosos o casas grandes, hasta con jardín. La publicidad te engaña y engaña bien.

En otros comerciales, sobre todo los bancarios, sale gente de oficina, bien a la camisa y la corbata. No pues, en estos tiempos quien trabaja sentado. Claro hay los administradores o contadores y por hay algún otro, pero la mayoría trabaja de obrero. No podemos decir o englobar en todos los comerciales a este tipo de trabajo: falta diversificación.

¿Quién ha visto un comercial con gente negra o raza oscura? Claro algunos me dirán que sí. Yo también he visto comerciales así, pero se trata de algún producto que este asociado con chocolates o algo alusivo al color marrón o negro. Acaso eso no es discriminación o quizás dicho elegantemente: publicidad.

Fuera de la publicidad, en las series también se dan esta clase de cosas. En las tan mencionadas series que hay en nuestra televisión, ¿existe algún personaje negro? No, claro que no. A los personajes de color solo se les atribuye un papel como payaso, comediante, delincuente, pero nunca un personaje principal, incluso ni siquiera secundario.

Nuestra publicidad es la realidad de nuestra sociedad o quizás la realidad de los publicistas.


Lucha antirracismo

domingo, 4 de julio de 2010

¿Anti sudamericano?


Algunos me odiaran al leer este post, sobretodo los sudamericanos como yo.

Veo que la mayoría de personas apoyan a los equipos sudamericanos, porque se sienten representados por ellos- es lógico. Simplemente porque su país, su selección, no fue clasificada o porque ya fueron eliminados en esta competencia mundial. Entiendo bien la ideología de las personas, porque yo también me he identificado con un país: Brasil. Para mí, su juego, de la selección brasileña, es alegre, organizado, un tanto mágico, como si fuera una danza, donde cada jugada, sea individual o colectiva, es inventada en el momento preciso: aunque en este mundial fue todo lo contrario.

Creo que para elegir en apoyar a un equipo de fútbol, quizás en cualquier otro deporte, debe de ser de elección personal. No solo con la obligación de apoyar a aquellos con los que compartimos un continente. Nosotros somos, en algunos casos, colectivistas. Seguimos a una misma ideología sin analizar porque nos gusta. No se trata de una guerra, sino de ver bien cual equipo juega bien.

En una caso particular uno puede sentir admiración, como por ejemplo, de un equipo europeo, asiático o, porque no, africano, y por lo mismo que nos agrada nos tenemos que quedar callados (en el partido de Uruguay – Ghana, quería que gane Ghana, por su juego, que fue un poco más que los uruguayos, en lo físico más que todo).

En esta parte de la competencia y al ver que Brasil esta de vuelta a casa, quizás tenga la decisión de alentar a otro seleccionado para ganar la copa del mundo: voy por Holanda o España. Creo que me gustan estas selecciones porque, al igual que nosotros, no han tenido la oportunidad de darle a su gente la alegría inmensa de ganar este trofeo.

Ojalá que no me tengan cólera o algo así. Quizá a algunos se le venga a la mente la canción “porque no se van del país”, pero creo que es mi parecer. Y espero que no me tilden como un anti sudamericano.

jueves, 1 de julio de 2010

¿Una mano de amigo o de enemigo? (Las dos personalidades de un gay) (2)

En la vida de todo muchacho, a la edad de 15 a 18 años, se comienza a vivir las saliditas a las discotecas. Al culminar la secundaria se inicia, en los colegios, los populares “fondos para el viaje y/o fiesta de graduación”, organizando así diversas actividades para recaudar fondos: siendo las fiestas las más destacadas. En una de estas fiestas es donde comienza mi anécdota

Aun recuerdo bien algunas fiestas de pre promoción. Teníamos que organizar estos eventos con el fin de recaudar fondos para nuestro viaje. El lugar pactado estaba ubicado a unas cuadras de mi colegio. En esos tiempos la delincuencia había bajado por mi barrio, al menos así me parecía, aunque no faltaban las batidas sorpresivas que ingresaban a las fiestas sin ninguna autorización, llevándose a los que tenían antecedentes policiales (pandilleros más que todo).

A estas fiestas solía llegar temprano. Pensaba que mis compañeros también lo harían: me equivocaba. A los únicos que encontraba, sentados en la puerta de la disco, eran: a mi tutor y tutora. Mi salón tenia dos tutores para un total de casi 50 alumnos en el aula- claro como podrán saber, era un colegio estatal (perteneciente al estado). Tenía 50 alumnos porque, en un salón, habían juntado a las dos secciones de quinto año.

Ingrese a la fiesta. Estaba vacío el lugar. Me senté al costado de la barra a esperar que se llenara o, al menos, que llegaran algunos de mis compañeros.

Al transcurrir las horas el lugar se lleno. Yo, junto con mi amigo “Ludo”, dábamos vueltas por el lugar, hasta que llegamos a una ronda donde se hallaban casi todos mis compañeros. Había pasado la media noche y cada vez la fiesta se hacia más divertida, jovial, alegre, pero a la vez, muy peligrosa. Y es que el local, que era una discoteca, había dejado de ser de nuestro alquiler, no era de nuestro control, y por consecuente, las ganancias que se generaban ya no era para nosotros sino para el propietario. Me di cuenta de esto cuando veía gente, mayor de edad, ingresar al recinto. El lugar paso de ser accesible, amplio, espacioso a angosto, reducido e incomodo. Mis amigos, al igual que yo, no nos sentíamos tranquilos con dicho cambio.

Cuando baje a consultarles, a mis tutores, sobre lo que a mi me parecía extraño, me respondieron: “Nuestro contrato de alquiler termina a media noche y a partir de la 1 de la mañana, para adelante, ya no es de nuestra ganancia e incumbencia”.

Al saber esto la mayoría de mis amigos se fueron. Mi amigo “Ludo” me dijo para quedarnos un rato más: acepte. Al pasar las horas se nos unió a nuestro grupo, de 4 compañeros, contándome a mí, un amigo de “Ludo”. El pata (muchacho) era: chato, trigueño, tenía cortes en la cara y una actitud que parecía a un delincuente. Cuando le pregunte a mi amigo ¿Quien era?, el me respondió: “Que era un amigo suyo del barrio. Era pandillero y que había estado en la cárcel, no era bueno entablar tanta conversación con él, pues creo que quiere levantarse a un cabro o hacerle bronca a alguien. Estaba borracho y creo que drogado”…

Transcurrieron las horas. Yo hablaba con una amiga a la cual no veía años. Estuvo apacible la conversación, pero tuvimos que dejarla para otra ocasión, pues tenía que ir a su casa: la acompañe. Al bajar vi a mi “causa” (amigo) “Ludo” un tanto preocupado. El me dijo que vio salir a su “pata” (amigo),- el que parecía delincuente, incluso creo que lo era- salir con un gay apodado “papelucho” y que estaba borracho.

“Papelucho”, era un gay de tez blanca, delgado, tenia cara de niño bueno, con un peinado clásico (raya al costado), no era extravagante, incluso parecía un muchacho heterosexual, pero tenia un pequeño problema "marginal" (digo marginal porque algunos se alejaban de él. Con esto no quiero decir que todo aquel lo fuera), pues portaba la enfermedad rosa- SIDA. Casi la mayoría de los que estaban en la disco, excepto mis compañeros, lo conocían porque paraba de ronda en ronda (grupo de amigos).

Mi amigo me dijo que lo acompañara a buscarlo. Embarque a mi amiga en un taxi, y luego fuimos en la búsqueda. A mi edad de 16 años no creí pasar por los lugares más bravos de mi comunidad, claro esta que en esos tiempos no habían muchos muchachos como yo andando muy tarde: ahora es cosa común.

Estábamos caminando por las losas de fulbito, cuando nos fijamos que había una cabeza que se asomaba entre la oscuridad de la noche y unos arbustos.

- Valla- me dijo “Ludo” – no pensé que ese “concha de su madre” lo haría, pero ya tenia ese oficio (le gustaba irse con homosexuales).
- ¿Así?- le respondí- ¿Pero ese pata no estaba con el “bicho”(enfermedad)?
- Si pues, pero seguro que se esta cuidando.
- Bueno, al menos esta en manos cariñosas le dije- me reí.

Pero cuanto más nos acercábamos, sigilosamente, nos dimos cuenta que su pata yacía bocabajo en el césped, casi inconsciente, diría yo que estaba dormido, y que el otro, el gay, estaba encima. Al ver que no se había percatado de nuestra presencia: huimos del lugar.

No podíamos creer lo que habíamos visto. El gay ese se estaba tirando, o mejor dicho: aprovechando, o para ser más exactos: violando, al que, unas horas antes, se creía el jefe de los penales. Al que nadie podía tocar. A ese que siempre se la da de intocable solo por llevar un arma entre su pantalón y su vientre.

Al día siguiente, me preguntaba ¿Qué habría pasado con ese pobre hombre?, ¿Quizás lo merecía? o ¿Si habrá quedado infectado con la enfermedad? Cuando encontré a mi amigo el lunes, en la clase, me dijo: “Que no lo había visto al pata, que mejor seria olvidar todo pues si estamos divulgando la noticia puede ser que nos haga algo. Puede haber muchos de esos chismosos que van con la información”. Después, nos habíamos olvidado del tema y no lo hablamos con nadie.

Paso el tiempo y al gay lo vi frecuentando esa disco, de nuevo, como si no hubiera pasado nada. Y de hecho no había pasado nada, solo era algo que él y el delincuente sabían, claro sin contar con nosotros: del otro pata no sabía nada. Luego desapareció el gay. Decían que había viajado o que había muerto o estaba convaleciente, quizás hasta muerto por la venganza del delincuente, aunque es poco probable: se esfumaron los dos.

En estos tiempo subo a la disco siempre con cautela, pues ahora se ha vuelto un poco peligroso. Veo homosexuales tranquilos, divirtiendose con su grupo, pero también hay esos que estan conqueteando con alguien, tratando de engatusarlo invitandole cervezas o tragos. Con todo esto, como en el post anterior lo dije, "no quiero meter  a todos en un mismo costal", pero siempre lo he dicho, habra algunos buenos y otros malos.