jueves, 1 de julio de 2010

¿Una mano de amigo o de enemigo? (Las dos personalidades de un gay) (2)

En la vida de todo muchacho, a la edad de 15 a 18 años, se comienza a vivir las saliditas a las discotecas. Al culminar la secundaria se inicia, en los colegios, los populares “fondos para el viaje y/o fiesta de graduación”, organizando así diversas actividades para recaudar fondos: siendo las fiestas las más destacadas. En una de estas fiestas es donde comienza mi anécdota

Aun recuerdo bien algunas fiestas de pre promoción. Teníamos que organizar estos eventos con el fin de recaudar fondos para nuestro viaje. El lugar pactado estaba ubicado a unas cuadras de mi colegio. En esos tiempos la delincuencia había bajado por mi barrio, al menos así me parecía, aunque no faltaban las batidas sorpresivas que ingresaban a las fiestas sin ninguna autorización, llevándose a los que tenían antecedentes policiales (pandilleros más que todo).

A estas fiestas solía llegar temprano. Pensaba que mis compañeros también lo harían: me equivocaba. A los únicos que encontraba, sentados en la puerta de la disco, eran: a mi tutor y tutora. Mi salón tenia dos tutores para un total de casi 50 alumnos en el aula- claro como podrán saber, era un colegio estatal (perteneciente al estado). Tenía 50 alumnos porque, en un salón, habían juntado a las dos secciones de quinto año.

Ingrese a la fiesta. Estaba vacío el lugar. Me senté al costado de la barra a esperar que se llenara o, al menos, que llegaran algunos de mis compañeros.

Al transcurrir las horas el lugar se lleno. Yo, junto con mi amigo “Ludo”, dábamos vueltas por el lugar, hasta que llegamos a una ronda donde se hallaban casi todos mis compañeros. Había pasado la media noche y cada vez la fiesta se hacia más divertida, jovial, alegre, pero a la vez, muy peligrosa. Y es que el local, que era una discoteca, había dejado de ser de nuestro alquiler, no era de nuestro control, y por consecuente, las ganancias que se generaban ya no era para nosotros sino para el propietario. Me di cuenta de esto cuando veía gente, mayor de edad, ingresar al recinto. El lugar paso de ser accesible, amplio, espacioso a angosto, reducido e incomodo. Mis amigos, al igual que yo, no nos sentíamos tranquilos con dicho cambio.

Cuando baje a consultarles, a mis tutores, sobre lo que a mi me parecía extraño, me respondieron: “Nuestro contrato de alquiler termina a media noche y a partir de la 1 de la mañana, para adelante, ya no es de nuestra ganancia e incumbencia”.

Al saber esto la mayoría de mis amigos se fueron. Mi amigo “Ludo” me dijo para quedarnos un rato más: acepte. Al pasar las horas se nos unió a nuestro grupo, de 4 compañeros, contándome a mí, un amigo de “Ludo”. El pata (muchacho) era: chato, trigueño, tenía cortes en la cara y una actitud que parecía a un delincuente. Cuando le pregunte a mi amigo ¿Quien era?, el me respondió: “Que era un amigo suyo del barrio. Era pandillero y que había estado en la cárcel, no era bueno entablar tanta conversación con él, pues creo que quiere levantarse a un cabro o hacerle bronca a alguien. Estaba borracho y creo que drogado”…

Transcurrieron las horas. Yo hablaba con una amiga a la cual no veía años. Estuvo apacible la conversación, pero tuvimos que dejarla para otra ocasión, pues tenía que ir a su casa: la acompañe. Al bajar vi a mi “causa” (amigo) “Ludo” un tanto preocupado. El me dijo que vio salir a su “pata” (amigo),- el que parecía delincuente, incluso creo que lo era- salir con un gay apodado “papelucho” y que estaba borracho.

“Papelucho”, era un gay de tez blanca, delgado, tenia cara de niño bueno, con un peinado clásico (raya al costado), no era extravagante, incluso parecía un muchacho heterosexual, pero tenia un pequeño problema "marginal" (digo marginal porque algunos se alejaban de él. Con esto no quiero decir que todo aquel lo fuera), pues portaba la enfermedad rosa- SIDA. Casi la mayoría de los que estaban en la disco, excepto mis compañeros, lo conocían porque paraba de ronda en ronda (grupo de amigos).

Mi amigo me dijo que lo acompañara a buscarlo. Embarque a mi amiga en un taxi, y luego fuimos en la búsqueda. A mi edad de 16 años no creí pasar por los lugares más bravos de mi comunidad, claro esta que en esos tiempos no habían muchos muchachos como yo andando muy tarde: ahora es cosa común.

Estábamos caminando por las losas de fulbito, cuando nos fijamos que había una cabeza que se asomaba entre la oscuridad de la noche y unos arbustos.

- Valla- me dijo “Ludo” – no pensé que ese “concha de su madre” lo haría, pero ya tenia ese oficio (le gustaba irse con homosexuales).
- ¿Así?- le respondí- ¿Pero ese pata no estaba con el “bicho”(enfermedad)?
- Si pues, pero seguro que se esta cuidando.
- Bueno, al menos esta en manos cariñosas le dije- me reí.

Pero cuanto más nos acercábamos, sigilosamente, nos dimos cuenta que su pata yacía bocabajo en el césped, casi inconsciente, diría yo que estaba dormido, y que el otro, el gay, estaba encima. Al ver que no se había percatado de nuestra presencia: huimos del lugar.

No podíamos creer lo que habíamos visto. El gay ese se estaba tirando, o mejor dicho: aprovechando, o para ser más exactos: violando, al que, unas horas antes, se creía el jefe de los penales. Al que nadie podía tocar. A ese que siempre se la da de intocable solo por llevar un arma entre su pantalón y su vientre.

Al día siguiente, me preguntaba ¿Qué habría pasado con ese pobre hombre?, ¿Quizás lo merecía? o ¿Si habrá quedado infectado con la enfermedad? Cuando encontré a mi amigo el lunes, en la clase, me dijo: “Que no lo había visto al pata, que mejor seria olvidar todo pues si estamos divulgando la noticia puede ser que nos haga algo. Puede haber muchos de esos chismosos que van con la información”. Después, nos habíamos olvidado del tema y no lo hablamos con nadie.

Paso el tiempo y al gay lo vi frecuentando esa disco, de nuevo, como si no hubiera pasado nada. Y de hecho no había pasado nada, solo era algo que él y el delincuente sabían, claro sin contar con nosotros: del otro pata no sabía nada. Luego desapareció el gay. Decían que había viajado o que había muerto o estaba convaleciente, quizás hasta muerto por la venganza del delincuente, aunque es poco probable: se esfumaron los dos.

En estos tiempo subo a la disco siempre con cautela, pues ahora se ha vuelto un poco peligroso. Veo homosexuales tranquilos, divirtiendose con su grupo, pero también hay esos que estan conqueteando con alguien, tratando de engatusarlo invitandole cervezas o tragos. Con todo esto, como en el post anterior lo dije, "no quiero meter  a todos en un mismo costal", pero siempre lo he dicho, habra algunos buenos y otros malos.

3 comentarios:

  1. asu q feo tu barrio, o por donde vivas. Y tambien con que clase de gente te juntas, los gays que conozco ni frecuentas discotecas

    ResponderEliminar
  2. Jajaja...Hoy en día hay de todo. Conosco gays tranquilos, no quiero involucrar a todos, como he dicho.

    ResponderEliminar
  3. puxa q feo!!,peo es una realidad y suele pasar u.U

    ResponderEliminar

¿Dime lo que piensas de esto?